martes, 1 de mayo de 2012

¿Estado de Derecho?

En épocas críticas es cuando se queda uno más desnudo, y lo mismo le pasa a la política. Con la crisis es más descarada que nunca la demagógica mentira que supone eso de que vivimos en un "estado de derecho". En épocas de bonanza, uno tiene la vista (como el resto del organismo) muy gorda para la falta de legitimidad.

El actual gobierno legisla todos los días incumpliendo cada una de las "promesas" electorales, y sin embargo se  sienten formalmente legitimados para hacerlo. Además, lo que hacen -nos prometen- es justo y necesario, bueno para nosotros.
Exactamente lo mismo hicieron José Luis Rodriguez Zapatero y los suyos cuando, tras llegar inopinadamente al gobierno gracias a un atentado islamista, se pusieron a legislar cosas que sabían que no estaban en su programa y que, de haberlas sometido a referendum, las habrían perdido (concesiones a nacionalismos, matrimonios homosexuales, etc).  Claro que, entonces como ahora, la inmensa mayoría de los que esta(ba)n de acuerdo con esas medidas, creían que el fin justifica los medios.

Pues bien, eso de hacer en el gobierno lo que uno cree que es bueno, justo y necesario, aunque no tenga nada que ver con la propaganda que usó para llegar hasta al poder, es precisamente la definición de totalitarismo. Hitler, por ejemplo (y Stalin) no tenían otra palabra en la boca: esto que hago, (hijos míos) es bueno para vosotros, aunque quizás no seáis capaces de percibirlo, Y estoy legitimado a hacerlo, porque alguna vez me votasteis.

Pero es que lo mismo hacen todos, porque, en verdad, lo del "estado de derecho" y el cumplimiento de las leyes es una ficción. Sólo tienen que cumplirla rigurosamente los gobernados (y solo los que estén en contra de los gobernantes). Los gobernantes, hoy como cuando así lo defendían Hobbes y también Kant, están fuera de la ley, y no tienen ningún compromiso legal. Ellos solo hacen "promesas" (como aprendices de mesías). Si lo hacen mal, simplemente "la historia me juzgará", que dijo Tony Blair.

Por tanto, nada de estado de derecho. Y, por eso, no hay que aceptar que quien se opone al gobierno ilegalmente lo hace ilegítimamente: no hay legitimidad política si no se sustenta en una legitimidad moral. La revolución está tan justificada como siempre. Pero tiene que darse antes en uno, moralmente. Así que, quizás los gobiernos paternales puedan dormir tranquilos mucho tiempo... o no.

4 comentarios:

  1. ¿La definición de totalitarismo consiste en inclumplir promesas de campaña? Por dios... Creo que hasta aquí llego yo.

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  2. Sierra,
    entienda la carga retórica de mi entrada (no que no le quita un ápice de verdad, creo yo): entnedemos por totalitaria una situación política en la que falta el "estado de derecho" (es decir, las leyes o procedimientos no se respetan por parte del gobierno, que en cambio sí los hace respetar a los "ciudadanos"), unido a una visión paternalista (casi "salvífica"), con la que se pretende justificar la ausencia de legalidad, y a un uso intensivo de la propaganda.
    El totalitarismo puede tener muchos grados, y ser más o menos explícito. Pues bien, yo sostengo que la situación política en Europa (y, por supuesto, en todos los países del mundo que dicen ser repúblicas y democracias) es un totalitarismo (aunque más leve o, mejor, encubierto, que el de Hitler), desde que el gobierno no está sujeto a ningún contrato y los partidos políticos necesitan la propaganda para tener alguna opción. ¿O acaso se atevería usted a decir que el gobierno español actual (por ejemplo) está realmente legitimado (además de por la fuerza) a incumplir todos y cada uno de los puntos principales de su programa electoral, sin verse urgido a someterlo a referendum cuando menos?
    "Lo llaman democracia y no lo es", es uno de los lemas del 15M, y no puede ser más cierto.

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  3. Pues a mí me parece que la retórica se pasa a la sofística cuando se quiere hacer creer que un Estado que manda exterminar sistemáticamente a 70 millones de personas (Mao) —y que todos llamaríamos 'totalitario'— pertenece a la misma clase de gobierno que se hace elegir por un hombre un voto, por mucho que se incumplan las promesas que se hacen para ganar esos votos. El totalitarismo podrá tener grados; yo diría que un Pinochet, que es después de todo totalitarista, no lo es tanto como un Stalin, pero por mucho problema del sorites que se tenga, ¡no se puede comparar a Stalin con el gobierno español! Yo soy muy de ver sólo blancos y negros, pero esto es demasiado.

    Y es cierto que Hitler se hizo elegir democráticamente; sin embargo, no creo que la conclusión que se pueda sacar de ello sea que los Estados "democráticos" lo sean siempre solo entre comillas, totalitaristas enmascarados.

    Es, por lo demás, el tenor que he visto en la última serie de entradas, que no he querido comentar hasta ahora. ¿"Lo llaman democracia y no lo es"? Yo no lo veo nada claro: cuando el estilo del mundo parece ser el de poner maniacos genocidas al mando (y la lista es larga), a mí me escandaliza que se sigan proponiendo ideas utópicas y —por una cuestión de necesidad práctica— totalitarias como alternativa real a una forma de hacer las cosas que, no lo negará nadie, está muy lejos de traernos una tierra en que la leche y la miel manen de las piedras, pero que nos garantiza, hasta cierto punto, que nadie vendrá a buscarnos a nuestras casas para llevarnos a un campo de concentración para disidentes.

    Es mi opinión que cualquier ineficiencia, cualquier ridiculez, cualquier total falta de probidad, sentido común, modales, inteligencia, sabiduría o lo que se le ocurra, es no solo tolerable, sino preferible en un gobierno cuando la alternativa que se contempla es una ideología que promueve la eliminación de disidentes o indeseables. Desde luego, la tercera vía es que todos los hombres se vuelvan espontaneamente buenos, bellos y honestos; pero yo no conozco ninguna evidencia de que los hombres tengan o vayan a tener un ápice de cualquiera de esas cualidades, y conozco en cambio un montón de evidencia que me hace pensar que en cuanto empieza a operarse bajo la premisa de que así son las cosas —y si no, ¡al paredón con el rufián!—, el resultado inevitable es el desastre. Y por 'desastre' debe entenderse 'exterminio'. Quizás sea una noción muy vacía de libertad la que implica tan solo no hacerse matar por el Estado, pero como le tengo mucho apego a mi propia piel, no me causa problemas ese vacío. Stalin, en cambio, ¡huy!, ¡ya prefiero yo una noción vacía!

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  4. Sierra,
    no caiga en la falacia de que se trata o bien de lo que tenemos o bien de Stalin (o de ángeles), porque entonces va a parecer que está usted justificando completamente la situación actual, que es una tendencia muy tentadora para el liberal. ya que no puede negar los males, los declara inevitables.
    Para atemorizarnos, amontona usted cadáveres de disidentes políticos, cuando estamos hablando de legitimidad política. ¿Consideraría usted ideal un estado donde no muere ningún disidente, una especie de "mundo feliz"?

    Dice que vivimos en estados donde el gobierno se hace elegir según el "un hombre, un voto". Dejando aparte que esto es muy falso en muchos sentidos (no votan menores de 18 años, ni ciudadanos "ilegales" que trabajan, o que algunos votos valen veinte veces los que otros -por ejemplo, en España-), ¿me puede explicar usted qué vale el voto de una persona si, justo hasta el día de la votación los candidatos pueden estar asegurando que harán justo lo contrario de lo que van a hacer, y la ley no contempla ahí ninguna ilegalidad? Contésteme a esto, por favor, en lugar de hacer encomios a la sagrada-inevitable situación actual. ¿Qué estado de derecho es aquel en que el gobernante no está sujeto al cumplimiento de ningún contrato? El candidato Rajoy, en las últimas elecciones, sabía perfectamente que iba a subir los impuestos, abaratar el despido, empobrecer el sistema de protección social, etc, pero mintió descaradamente, porque sabía que eso no le iba a impedir afirmar al día siguiente de ser "elegido" que estaba completamente legitimado a hacer lo que le diera la gana. (No le hablo ya del hecho de que el voto se deposita una vez cada cuatro años, y en él se legitima todo lo que se haga esos cuatro años).

    Dice que no le gusta el tenor de mis últimas entradas, mi ataque al concepto vacío de libertad. Yo le agradecería que entrase en los argumentos, y me explique qué entiende usted por libertad.

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