domingo, 7 de octubre de 2012

Ética y política de Heráclito: la aristocracia de lo común


Lo que, a partir del testimonio de Aristóteles, pasa por ser el comienzo del libro que Heráclito depositó en el templo de Artemisa, ya contiene todo lo necesario para deducir su ética y su política, es decir, su pensamiento acerca de qué es lo bueno y lo justo, y cómo es mejor que se gobiernen los hombres: 
“Esta razón, siendo la misma, siempre, incapaces de entenderla se muestran los hombres, tanto antes de oírla como cuando la han oído por primera vez. Pues, si bien sucede todo según esta razón, parecen inexpertos, aun cuando reciban la experiencia de palabras y hechos como los que yo expongo, distinguiendo cada cosa según su naturaleza y diciendo lo que le pertenece. Pero para los demás hombres queda oculto lo que hacen despiertos, como olvidan cuanto les ocurre cuando duermen”.
τοῦ δὲ λόγου τοῦδ᾽ ἐόντος ἀεὶ ἀξύνετοι γίνονται ἄνθρωποι καὶ πρόσθεν ἢ ἀκοῦσαι καὶ ἀκούσαντες τὸ πρῶτον· γινομένων γὰρ πάντων κατὰ τὸν λόγον τόνδε ἀπείροισιν ἐοίκασι, πειρώμενοι καὶ ἐπέων καὶ ἔργων τοιούτων, ὁκοίων ἐγὼ διηγεῦμαι κατὰ φύσιν διαιρέων ἕκαστον καὶ φράζων ὅκως ἔχει· τοὺς δὲ ἄλλους ἀνθρώπους λανθάνει ὁκόσα ἐγερθέντες ποιοῦσιν, ὅκωσπερ ὁκόσα εὕδοντες ἐπιλανθάνονται. (D-K 1)

(Nótese los juegos de palabras del texto: ἀπείροισιν ἐοίκασι, πειρώμενοι “parecen inexpertos, aunque experimenten”, o λανθάνει … ἐπι-λανθάνονται. “se les oculta… olvidan”, -de este último no se me ocurre una traducción que conserve la raíz-).

Hay una ley (logos) única para toda la realidad, según la cual es y sucede cada cosa, pero la mayoría de los hombres no la comprenden, ni siquiera cuando se la enseñas las primeras veces. Son muy pocos los que viven despiertos. La mayoría vive como en un mundo propio, soñando, en el parecer o la apariencia. Como dice el proverbio –dice Heráclito-: “Presentes, están ausentes” (D-K 34).

¿Es que no están hechos por naturaleza, la mayoría de los hombres, para comprender? No es eso: “Común es a todos el pensar”, ξυνόν ἐστι πᾶσι τὸ φρονεῖν. (D-K 113)

Todos los hombres están “destinados” al pensamiento, a la razón. Pero, aunque el Logos es común a todos, la mayoría no lo sigue ni parece capaz de seguirlo, y vive en un mundo propio:

διὸ δεῖ ἕπεσθαι τῶι κοινῶι· ξυνὸς γὰρ ὁ κοινός. τοῦ λόγου δ᾽ ἐόντος ξυνοῦ ζώουσιν οἱ πολλοὶ ὡς ἱδίαν ἔχοντες φρόνησιν. (D-K 2)
 “Por eso hay que seguir lo universal, pues común es lo universal. Pero, aunque la razón es común, viven los más como si tuvieran un pensamiento propio”.

(Prefiero traducir koinós por “universal” (en vez de, por ejemplo, “público” –como hace García Calvo-, o eliminar parte de la frase, como hacen otros), aunque debe entenderse con un sentido menos estrecho que el que tiene referido a lo meramente lógico. Debe entenderse como cuando decimos que el inglés es hoy el idioma más universal (como se sabe, el griego que se habló en toda Grecia en la época alejandrina se llamó ‘koiné’).)

La mayoría, pues, “vive” (sueña) de manera enajenada, privada, “idiota”, no bajo la universalidad y comunidad de la razón. La enajenación lo es respecto del Logos, porque la realidad es (según) el Logos. La Razón única dicta qué es cada cosa y qué le corresponde. También las leyes humanas: solo son adecuadas (buenas y legítimas) si se atienen a la ley única de la Razón:

“Los que hablan con inteligencia es necesario que se apoyen en lo que es común a todos, como el estado en las leyes, y apoyándose mucho más todavía. Porque se alimentan todas las leyes humanas de una, la divina, pues tiene poder sobre todo cuanto quiere, y es para todo autosuficiente y todo lo alcanza”.
 ξὺν νῶι λέγοντας ἰσχυρίζεσθαι χρὴ τῶι ξυνῶι πάντων, ὅκωσπερ νόμωι πόλις, καὶ πολὺ ἰσχυροτέρως. τρέφονται γὰρ πάντες οἱ ἀνθρώπειοι νόμοι ὑπὸ ἑνὸς τοῦ θείου· κρατεῖ γὰρ τοσοῦτον ὁκόσον ἐθέλει καὶ ἐξαρκεῖ πᾶσι καὶ περιγίνεται. (D-K 114)

Si la realidad es lo que dice Razón (Logos), lo bueno es seguir a la Razón, o sea, pensar, lo que es lo mismo que hacer o actuar según la naturaleza:

“Pensar es la virtud más grande, y la sabiduría consiste en decir la verdad y hacer según la naturaleza”.
 σωφρονεῖν ἀρετὴ μεγίστη, καὶ σοφίη ἀληθέα λέγειν καὶ ποιεῖν κατὰ φύσιν ἐπαίοντας. D-K 112

 “pues lo sabio es uno: conocer el pensamiento que lo gobierna todo mediante todo”.

εἶναι γὰρ ἓν τὸ σοφόν, ἐπίστασθαι γνώμην, ὁτέη ἐκυβέρνησε πάντα διὰ πάντων. D-K 41

Pero si la mayoría de los hombres viven enajenados respecto de la razón (soñando), la mayoría no sabe vivir conforme a la naturaleza, porque carecen de la principal virtud (areté): pensar o reflexionar. Las maneras de vivir que prefieren unos y otros, sabios e ignorantes, son muy diferentes. Los mejores no quieren “vivir y actuar como dormidos” (D-K 73), sino de acuerdo con lo común y eterno, la Razón:

αἱρεῦνται γὰρ ἓν ἀντὶ ἁπάντων οἱ ἄριστοι, κλέος ἀέναον θνητῶν, οἱ δὲ πολλοὶ κεκόρηνται ὅκωσπερ κτήνεα. (D-K 29)
 “Eligen una cosa antes que todas las demás los mejores: la fama eterna antes que las cosas mortales; en cambio, los más se hartan como ganado”

La verdad es, para los sabios, lo único que merece ser guardado: “El más digno de creer conoce y guarda lo digno de creer”  δοκέοντα γὰρ ὁ δοκιμώτατος γινώσκει φυλάσσει  (D-K 28)

Los más, en cambio, los que sueñan, aprecian lo inferior, lo material: “Los cerdos se divierten más en el barro que en agua limpia”, ὕες βορβόρωι μᾶλλον χαίρουσιν ἢ καθαρῶι ὕδατι. (D-K 13)

Creen que hay, para el hombre, felicidad en vivir como los (otros) animales: “Si la felicidad estuviese en los placeres del cuerpo, llamaríamos felices a los bueyes, cuando encuentran almorta que comer. si felicitas esset in delectationibus corporis, boves felices diceremus, cum inveniant orobum ad comedendum. (D-K 4)

La vida enajenada de la mayoría carece de sentido:

“una vez nacidos, quieren vivir y tener su destino, o más bien descansar, y dejan hijos a los que les suceda su destino”
 γενόμενοι ζώειν ἐθέλουσι μόρους τ᾽ ἔχειν (μᾶλλον δὲ ἀναπαύεσθαι) καὶ παῖδας καταλείπουσι μόρους γενέσθαι. (D-K 20)

O, más claramente, viven y mueren, y dejan hijos para que vivan y mueran. No se acuerdan de la inmortalidad, de la verdad, de la razón.

Por eso, porque los más no saben vivir, el mejor gobierno no es el de la mayoría, sino el de los mejores:

εἶς ἐμοὶ μύριοι, ἐὰν ἄριστος ἦι. (D-K 49)
 “Uno, para mí, mil, si es el mejor”.

Y no es más legítimo que los hombres se gobiernen por la ignorante opinión de todos o la mayoría que por la de uno solo que se ha acercado a la razón común de acuerdo con la cual es la naturaleza de las cosas

“Ley es también obedecer la voluntad de uno solo”.
 νόμος καὶ βουλῆι πείθεσθαι ἑνός. (D-K 33)

Esta ley no es, por cierto, como en la mayor parte de las “aristocracias”, la de la tradición: al contrario, la tradición nos trasmite la ignorancia de los rituales populares:  “No hay que ser como los niños, que siguen a sus papás”, según nos han enseñado por tradición (no se sabe hasta dónde llega la cita y qué pertenece a Marco Aurelio) οὐ δεῖ ὡς παῖδας τοκεώνων . . . (D-K 74)

El de Heráclito, es un aristocratismo aristocrático, y no un aristocratismo vulgar, como el que es propio de todos los aristocratismos de que tenemos noticia (tales como los fascismos, las teocracias y las oligarquías, incluido el aristocratismo de un Nietzsche, que no se apoya en el Logos sino en la voluntad de voluntad (pero ¿qué es una voluntad sin conocimiento?)). Es muy fácil para la ignorancia confundir una cosa con la otra. El ignorante cree que los mejores son los que “triunfan”, los “ricos”, y los herederos de las grandes familias. Pero es justo a estos a los que un pensamiento como el de Heráclito considera más vulgares. Ahora bien, el resto del vulgo, los “pobres”, están en el mismo bando que los “ricos”. Ambos “partidos” populares creen que la riqueza lo es en bienes materiales, por tanto, ambos son auténticamente pobres. Heráclito, se cuenta, no quiso dar una Constitución al corrompido pueblo de sus vecinos, y se marchó a vivir al monte. La única lección cívica explícita que se le atribuye es haber mostrado a sus conciudadanos que se puede vivir austeramente: según la leyenda, una vez que Éfeso estaba asediada y los ciudadanos requirieron la opinión de todos los ciudadanos, incluido Heráclito, este, sin decir una palabra, vertió sémola de centeno en el agua, la removió y se la tomó. En general, su actitud hacia sus conciudadanos no fue muy halagüeña: “¡Qué no os falte la riqueza, efesios, para que se muestre vuestra mala conducta!” μὴ ἐπιλίποι ὑμᾶς πλοῦτος, Ἐφέσιοι, ἵν᾽ ἐξελέγχοισθε πονηρευόμενοι. (D-K 125 a)

Por lo mismo, Heráclito rechaza los ritos tradicionales: 

“Se purifican manchándose de sangre, como si alguien hundido en el barro con barro se lavase. Por loco le tomaría cualquier hombre que le viese actuar así. Y a tales imágenes hacen plegarias, como si alguien hablase con las casas, sin saber qué son los dioses ni los héroes”. 
καθαίρονται δ᾽ ἄλλως αἵματι μιαινόμενοι οἷον εἴ τις εἰς πηλὸν ἐμβὰς πηλῶι ἀπονίζοντο. μαίνεσθαι δ᾽ ἂν δοκοίη, εἴ τίς μιν ἀνθρώπων ἐπιφράσαιτο οὕτω ποιέοντα. καὶ τοῖς ἀγάλμασι δὲ τουτέοισιν εὔχονται, ὁκοῖον εἴ τις δόμοισι λεσχηνεύοιτο, οὔ τι γινώσκων θεοὺς οὔδ᾽ ἥρωας οἵτινές εἰσιν. (D-K 5)

Y cree que hay que expulsar a los poetas: “Homero es dignos de que se le expulse de las discusiones de las asambleas y se le apalee, y lo mismo Arquíloco”, Ὅμηρος ἄξιος ἐκ τῶν ἀγώνων ἐκβάλλεσθαι καὶ ῥαπίζεσθαι καὶ Ἀρχίλοχος ὁμοίως. (D-K 42)

Pero el aristocratismo de Heráclito es parte de su intelectualismo: los hombres son “malos” por su ignorancia. Y esto implica que la política tiene que apoyarse en la pedagogía: Hay que acordarse “de aquel que olvida por donde lleva el camino” (D-K 71)

La antigüedad llamó “oscuro” a Heráclito. Basta leer a la mayoría de los filólogos y hermeneutas (que le han tomado por un “físico” o “cosmólogo”, o por la cruz del eleatismo) para comprobar que Heráclito sigue estando demasiado por encima de la mayoría. Su pensamiento, la identidad de los contrarios, jamás será un pensamiento popular, aunque sea el pensamiento propio de lo que es común a todos: de la razón. Su oscuridad, obviamente, no es suya, es nuestra oscuridad. Heráclito habita una luminosidad aristocrática, casi inaccesible, por desgracia, para la mayoría de nosotros. Desde esa altura, la “democracia” es, como la “aristocracia” corriente, solo parte de la simpleza y la soberbia de la mayoría.

ὕβριν χρὴ σβεννύναι μᾶλλον ἢ πυρκαϊήν. (D-K 43)
La soberbia es preciso apagarla más que un incendio

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La numeración de los fragmentos corresponde a los de la edición de Diels y Kranz (D-K), aunque no siempre sigo su lectura. La traducción que ofrezco, de manera tentativa, no pretende tener un valor literario, sino solo contener lo necesario para acercarse a entender el contenido filosófico del texto, según lo interpreto.


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