domingo, 6 de mayo de 2012

La teoría aristotélica de la Libertad

Todos amamos la Libertad (bueno, casi todos). ¿Qué es la Libertad? ¿Cómo hay que concebirla? Quiero defender que la única manera consistente de entenderla es a la manera platónica (y socrática), según la cual la libertad no es más que la expresión de conocimiento, y que, por tanto, la maldad es íntegramente ignorancia. Para defender esta tesis voy a empezar por intentar “deconstruir” la alternativa que me parece que más merece la pena discutir. Me refiero a lo que llamaré la concepción clásica de la Libertad, que tiene su mejor expresión entre los aristotélicos y el propio Aristóteles, pero que es, en lo relevante para mi propósito, la misma que comparte Kant: la Libertad es la capacidad de elegir acciones motivadas por leyes racionales de lo que es deseable o debido, pero también de elegir lo contrario.

¿Qué nos dice, acerca de la Libertad (en qué consiste y cómo es posible) el sistema filosófico más influyente de Occidente, el aristotelismo? Aristóteles se pasó su vida filosófica intentando salvar un justo término medio entre la Escila intelectualista y la Caribdis sensualista. Si en metafísica combatió tanto el racionalismo idealista de los logikoi (eleatas, pitagóricos y el amigo Platón) como el materialismo de los fisiologoi (Tales y similares), para salvar un dualismo hilemorfista (materia y forma) que salve a la vez el fenómeno del cambio y la universalidad e inmutabilidad de las ideas, en la ética encuentra dos tentaciones equivalentes, y que afectan especialmente al asunto de la libertad: la tentación intelectualista, por una parte, según la cual toda elección está determinada por lo que creemos bueno, y la sentimentalista, para la cuál, todo lo que hacemos está determinado por los sentimientos. Ambas, cree Aristóteles, conducen a la negación de la libertad (de “lo voluntario”), y, por tanto, del carácter activo del agente: el intelectualismo (Sócrates y Platón, sobre todo) reducen la mala elección a “mera” ignorancia; los sentimentalistas reducen la buena elección a “simple” compulsión emocional.

Pero, argumenta Aristóteles, es un “hecho” que nos sentimos y reconocemos libres, y nos imputamos la maldad o bondad de las acciones, lo que sería absurdo si estuviésemos completamente determinados, sea por nuestro saber o sea por nuestras pulsiones. Para Aristóteles, tal como una correcta teoría (meta-)física tiene que salvar el fenómeno fundamental de la naturaleza, que es el cambio, así una teoría (meta-)ética adecuada tiene que salvar el hecho o “fenómeno” fundamental de la ética: la imputabilidad del agente, tanto la auto- como la hetero-imputación. No nos sentimos forzados, ni creemos forzados a los demás, ni por los sentimientos ni por las meras razones. Recibimos y damos alabanzas cuando soportamos sufrimientos por hacer lo que está bien. Incluso hay cosas, dice Aristóteles, a las que tal vez nunca pueda uno creerse moralmente forzado, sino que haya de preferir la muerte tras los más atroces sufrimientos. ¿Qué teoría salva mejor tales hechos?

Empecemos por definir qué es lo voluntario y lo involuntario. Para ello necesitamos uno de los conceptos clave de la filosofía aristotélica: acto, agencia. Es forzoso o involuntario (akoúsion) lo que viene del exterior y sobre lo cual uno no tiene poder. Y es, en cambio, Voluntario (hekoúsion) lo que es acción de uno, es decir, aquella acción cuyo principio (arkhé) está en uno o se sigue de su naturaleza propia (algunas acciones, desde luego, son mixtas, ni del todo activas ni del todo pasivas, como, por ejemplo, actuar por evitar un sufrimiento). Voluntario e involuntario, como todo acto propiamente, se refieren al momento de la acción (no a la mera posibilidad de actuar): se obra voluntariamente porque el principio de movimiento de los “miembros instrumentales” está en el que ejecuta la acción.
Sólo son forzosas en sentido absoluto, pues, aquellas acciones cuyo principio está fuera del agente, y este no tiene parte activa en lo que ocurre (no en lo que “hace”). Las acciones que por sí son involuntarias pero se las elige ahora para evitar otros daños, son más bien voluntarias, porque las acciones son de lo individual. La elección humana (proairesis) es, eso sí, una especie (la más importante) del género voluntario (que se da también en los animales y los niños): la voluntad humana implica evaluación racional.

¿En qué consiste, exactamente, la actividad del hombre? ¿Qué estructura psicológica tiene el animal racional que somos? Tres cosas del alma, dice Aristóteles, rigen la acción: Sensación (aisthesis), Pensamiento (nous) y Deseo (orexis). Pero la sensación, en sí misma, no es origen de acción (praxis), pues los animales tienen sensación y no praxis. Son el pensamiento y el deseo los que principalmente determinan la acción. Lo que es al conocimiento (dianoia) Afirmar y Negar, es al Deseo, Perseguir y Rehuir (algo). Puesto que la elección es un deseo deliberado, para que podamos hablar de que alguien ha elegido hacer algo, tienen que darse dos cosas: la razón que justifica la elección (logos) debe ser verdadera; y el deseo debe ser “recto”. Solo entonces la elección es correcta (spoudaia).
Es muy importante, desde el punto de vista aristotélico, resaltar que la acción no es cosa de simple conocimiento, sino de un cierto saber “práctico” que incluye la corrección del deseo. El “bien” y el “mal” (la corrección e incorrección) del conocimiento, o sea, de lo puramente teórico, es la verdad y la falsedad; en cambio, la corrección e incorrección del conocimiento práctico, no es algo que pueda calificarse solo de verdad o falsedad, sino que es el acuerdo del deseo con la verdad. El mero intelecto, por sí, nada mueve. Solo actúa la inteligencia orientada a algo o práctica (logos ho heneka tinos). La elección es, pues, dice Aristóteles, o pensamiento deseante (oretikós nous) o deseo pensante (orexis dianoetike). Y este principio (arkhe) es el Hombre, cuando es realmente agente. Esa estructura, dianoético-oretética, rige, dice Aristóteles, incluso en la actividad creativa del hombre (poietike).

Teniendo en cuenta esta antropología, Aristóteles rechaza tanto el sentimentalismo como el intelectualismo morales.

Contra el sentimentalismo.- Según algunos, todo cuanto hacemos está completamente determinado por los sentimientos positivos que creemos poder obtener (o los negativos que pensamos lograr rehuir). La voluntad es, y no puede dejar de ser, esclava de las pasiones, como dirá Hume. La libertad, entendida como capacidad autónoma de elegir esto o lo otro, es una ilusión, que procede de que tomamos por muy naturales ciertas compulsiones sentimentales.
Aristóteles cree que esto es falso. Si alguien dice que lo agradable es forzoso, habrá de pensar que todo es forzoso para él. Pero esto no es verdad, porque quien actúa forzado, actúa con dolor, y, sin embargo, no todas nuestras acciones tienen la connotación de ser compulsiones. En todas ellas hay un elemento activo por nuestra parte. Incluso en aquellas motivaciones sentimentales que nos gusta o, más bien, queremos seguir, hay algo en nosotros que aprueba esa tendencia, y que es precisamente lo que nos hace agentes. Así que el deseo no viene determinado por la pasión (se fuerte o débil). El sentimentalismo, además, no salva el hecho fundamental de la (auto- y hetero-) imputabilidad. Por si fuera poco, nos degrada a meras bestias astutas, sin reconocer el papel que la inteligencia juega en el reconocimiento y, sobre todo, en la constitución de nuestros fines más propios: ¿es nuestra inteligencia un instrumento de nuestros apetitos, o son estos, más bien, subordinados de la inteligencia? Para Aristóteles, la pregunta se contesta casi sola. Quien puede afirmar lo primero, no ha sido capaz de reconocer qué significa Acto, Agente, Actuar.

Contra el intelectualismo.- Más interesante es, sin duda, la tentación socrático-platónica. Pero, una vez más, hay que bajar los humos idealistas, hay que ser más amigos de la verdad que incluso de Platón. Los intelectualistas dicen que es imposible conocer el bien y no quererlo, y que, por tanto, nadie elige el mal si no es por ignorancia. También estos reducen a nada nuestra capacidad más propiamente electiva, la facultad desiderativa. El intelectualismo nos reduce a “máquinas pensantes”, que pueden funcionar correctamente o estar estropeadas o mal alimentadas, pero que carecen de iniciativa y, por tanto, de responsabilidad. Pero nosotros sabemos que no toda nuestra mala elección se debe a simple ignorancia, y que no todo lo que hacemos es un mero responder a la verdad. La prueba aquí es equivalente a la que operaba contra el sensualismo: no nos culpabilizamos ni arrepentimos por lo que hemos hecho por simple ignorancia, sino por lo que hemos hecho con “error” moral (dianoético-oretético), es decir, donde ha habido un error en el deseo, no tanto ni principalmente en el intelecto.
Lo que se hace por ignorancia, precisa Aristóteles, es sólo no-voluntario, pero es involuntario o contra-voluntad lo que se hace con dolor y pesar, que es un hecho moral corriente y fundamental. El que actúa por ignorancia no sufre, en cambio, ni placer ni dolor por la acción.
También parece diferente actuar por ignorancia (di’agnoian) que con ignorancia (agnoia): el embriagado o colérico no parece actuar por ignorancia. Todo malvado “desconoce”, es verdad, lo que debe hacer, pero es precisamente por esta carencia o "error" en su forma de desear (hamartía) por lo que es injusto. “Involuntario”, cree Aristóteles, no pide ser empleado cuando alguien desconoce lo conveniente, pues la ignorancia en la elección no es causa de involuntariedad sino de maldad. Todas las circunstancias sólo podría ignorarlas un enajenado, no un ser verdaderamente racional. Puede haber, sí, una ignorancia de ciertas circunstancias concretas, y estas sí eliminan la voluntariedad. De esto dependen la compasión y el perdón. Pero en ese caso el agente debe sentir pesar y arrepentimiento (metameleia).
Los intelectualistas nos des-desiderativizan, nos pintan como meros sujetos de contemplación, no de elección; pero no somos mera inteligencia, sino también deseo y pasión. Las pasiones irracionales, piensa Aristóteles, no son menos humanas. No debe, dice, considerárselas involuntarias…

Ahora bien, parece que Aristóteles no se queda nunca satisfecho con su respuesta al intelectualismo. Una prueba de ello es que el asunto sale una y otra vez, en cuanto se le presenta la ocasión (igual que le pasaba al problema de las Ideas en los escritos de “filosofía primera”, que no dejaban descansar al texto). Y es que Aristóteles ve bien la dificultad. ¿Llegaba a pensar, a veces, que estaba realmente equivocado y que no había realmente saltado por encima de Sócrates y Platón (como, en efecto, creo yo que le pasa)? Seguiré con esto en próximas entradas.

19 comentarios:

  1. Hola, J. Antonio,
    iba a responderte en la otra entrada cuando he visto ésta. Lo más prudente por mi parte es dejar que acabes de exponer tu opinión para entrar a discutirla o para darte la razón. Espero impaciente la resolución.

    Saludos.
    Raus

    ResponderEliminar
  2. Raus,
    me parece bien, aunque has de saber que puede llevarme algún tiempo exponer todo lo que quiero exponer (pienso seguir con los aris´totélicos y Santo Tomás,y luego hablar de Kant y quizás de Leibniz. Ese es mi proyecto, si no me desvío...
    En cualquier caso, en el momento en que te apetezca comentar algo, aunque sea de manera provisional, hazlo sin dudar.

    Cordiales saludos

    ResponderEliminar
  3. De acuerdo, Juan Antonio. Entraré un poco en la cuestión, aunque sea para ir haciendo boca.
    Lo primero que se me ocurre decir es que, por lo que veo, estoy más cerca de Aristóteles que de Sócrates y Platón en este problema, quizá porque, como dices, la de aquél es la tesis dominante hoy día.
    Hay una distinción conceptual que a mí me parece básica y que no sé si Sócrates advirtió, imagino que sí. Me refiero a que me parece pertinente distinguir entre el significado de “hacer bien x cosa” y el de “hacer el bien”. Por ejemplo, pongamos el caso de dos empleados de bolsa afanados en amasar dinero en poco tiempo. Uno de ellos podría decir: “Mira, hoy, con esta operación he contribuido a hundir una empresa textil y me he embolsado un millón de euros”. El otro, siendo de su calaña, bien podría responderle: “Has hecho bien”. Sin embargo, estoy seguro de que ninguno de los dos creerá estar haciendo el bien. Tendrían que ser rematadamente irracionales para creer que con sus macabras maniobras financieras hacen el bien. Ellos saben que hacen el mal, pero no les importa. En fin, que no es lo mismo decir “haces bien (haciendo x)” que “haces el bien (haciendo x).
    Otra cuestión es la siguiente. Para Sócrates no existe felicidad sin virtud; la virtud es la condición necesaria y suficiente para la felicidad. Por otro lado, salvo que yo lo entienda mal, Sócrates pensaba que todo el mundo creía obrar bien, hacer lo mejor. En tal caso, se colige que todo el mundo es (o se siente) virtuoso y, por ende, todo el mundo debería ser feliz. Sin embargo, esto, como bien sabemos, no es cierto.
    Bueno, tengo muchas más dudas y objeciones, pero podemos empezar por aquí si te parece bien.

    Cordiales saludos
    Raus.

    ResponderEliminar
  4. Estimado Raus,
    todos tendremos siempre dudas en estos asuntos, que son, decía Sócrates, los que más conviene saber, porque si creemos saber lo que es el bien, sin saberlo, entonces haremos mal (es decir, padeceremos, por ignrancia). Así que intento contestar a tus dudasy objeciones, estas y lasque te apetezca hacer, con la intención de que podamos aprender en este asunto:

    Hay una distinción conceptual que a mí me parece básica y que no sé si Sócrates advirtió, imagino que sí. Me refiero a que me parece pertinente distinguir entre el significado de “hacer bien x cosa” y el de “hacer el bien”.

    Sócrates consideró esta la cuestión fundamental: ¿cuál es la sabiduría primera y principal? La que se refiere al Bien. No a qué es un buen caballo o un buen general o un buen matemático, sino a qué es un buen... bueno, es decir, a cómo ser persona. Lo que tendríamos que indagar, por encima de todo, es "qué somos y qué nos corresponde, por eso, hacer y padecer". ¿Lo sabemos ya? ¿Sabemos qué es es un buen hombre? Es muy arriesgado decir que sí... Yo, con Sócrates, creo que obviamente no, así que cuando creemos hacer algo bien o mal, ni siquiera sabemso bien en qué consiste eso.
    Por tanto, a tu distinción: hacer bien x, en el caso de la moral, es "hacer bien el ser hombre". Y esto es un saber, el principal de todos. Porque, si no lo es, si no es ciencia, dice Sócrates, ¿qué podemos esperar? ¿Que los dioses nos hayan dotado, por su gracia, de una "buena voluntad", que nunca podremos justificar?

    A la segunda cuestión, brevemente: quien es justo, es feliz, pero no lo es quien cree que está siendo justo. No es culpable de esa ignorancia, pero el estar equivocándose da como efecto, la infelicidad. De la tesis socrática se sigue, no que todo el mundo tiene que ser feliz ya que cree que está haciendo bien, sino que solo el que realmetne sea sabio, será feliz.

    Saludos cordiales

    ResponderEliminar
  5. Estimado amigo:

    Seguramente me he explicado mal. Quise decir que el ladrón (ese especulador egoísta) piensa que hace bien robando, pero que sabe perfectamente que no está haciendo EL bien. El bien para sí mismo (robar o estafar) no coincide con lo que él y el resto de mortales entienden por ser bueno, por hacer EL bien. Otra cosa es que ese ladrón busque excusas para justificarse, o que se engañe para sortear su mala conciencia (autoengaño).

    Sobre lo de la felicidad del sabio.
    1) Dices que el ignorante que cree hacer el bien, sufre por estar equivocado. Aquí me pierdo un poco, porque lo cierto es que ese ignorante vive en el engaño de que hace el bien. Psicológicamente hablando no hay diferencia con el sabio. ¿Por qué el verdugo stalinista o nazi no han de sentirse felices si creen obrar justamente? Otra cosa es que de las decisiones y actos del ignorante se deriven consecuencias prácticas dañinas (más injusticia) que le hagan sufrir. Tomemos un ejemplo con el que tú y yo estemos de acuerdo o casi de acuerdo. La izquierda actual conculca los derechos del no nacido (aborto). Un juicio más sabio prescribe que el no nacido también es persona y, por tanto, merece ser protegido y vivir. ¿Por qué el juicio más sabio y justo (no al aborto) ha de producir más felicidad a quien lo tiene que al izquierdista las ideas favorables al aborto? Si resultara que el izquierdista sintiera mala conciencia por no defender al débil (el feto), entonces estaríamos ante un hecho claro: ese izquierdista no está obrando según lo que él mismo cree justo (de ahí su cargo de conciencia).

    2) Quizá una persona muy inteligente no llegue a ser realmente sabia (no un Sócrates al menos), pero, en la medida en que es más inteligente que la mayoría y, por tanto, toma decisiones más justas, debe de ser más feliz que la mayoría. Es decir, deberíamos encontrar una correspondencia o correlación entre el nivel de inteligencia y los grados de felicidad. Cuanto más inteligente, más feliz (o menos infeliz). ¿Realmente esto es así? Lo que siempre se ha dicho es más bien lo contrario: que el ignorante, en cuanto que ignora muchos males e injusticias (y él mismo, en cuanto que ignorante, es causa de males e injusticias), suele ser más feliz que aquél que es más consciente de lo que ocurre en el mundo. Lo lógico es que al ignorante le pasen desapercibidas más injusticias que al inteligente por razones obvias. Un hombre justo y de buen corazón habrá de sufrir al ver el sufrimiento ajeno causado por las injusticias. Su felicidad no dependerá únicamente de que él sea justo o no: también depende de su percepción del mundo. De lo contrario, estaríamos ante un indolente. ¿Puede un indolente conducirse como alguien justo?

    3) Lo que yo he leído acerca de los superdotados es que, lógicamente, tienen un sentido de la justicia más acentuado que los sujetos normales; y que son muy sensibles, en general, con el sufrimiento ajeno y las injusticias.

    4) Parece ser que muchos de los hombres más brillantes de la historia (filósofos incluidos) han sido profundamente neuróticos e infelices, con tendencias suicidas en algunos casos.

    Gracias tus respuestas.
    Cordiales saludos.
    Raus

    ResponderEliminar
  6. Estimado amigo Raus,
    dices que uno puede hacer "el bien para sí mismo" sabiendo que no es "El Bien". Y ¿por qué lo hace? ¿No será que cree que lo mejor que puede y debe hacer es buscar su propio bien, y no el bien en abstracto, o el bien universal? ¿No creerá que lo bueno es lo que le -ficia? ¿Por qué lo haría, si no? Pero si es así, si hace lo que cree que es mejor (por ejemplo, ir a lo suyo), entonces, en todo caso puede ser que esté equivocado (lo estaría si es que es verdad -cosa en la que no están de acuerdo ni siquiera los sabios- que es mejor o más bueno buscar el bien general que el propio), y estar equivocado no es querer hacer el mal.

    En cuanto a felicidad y virtud:
    Por supuesto, todo el mundo está feliz por estar haciendo lo que cree que es mejor, pero si esa creencia es equivocada, se estará perjudicando a uno mismo, y esto le hará infeliz. Por ejemplo, persigo tener más riqueza material porque creo que es lo mejor, pero después descubro que eso me ha hecho empobrecerme como persona, y por eso no soy feliz.
    El proabortista está feliz con su opción, porque cree que está haciendo bien (no está matando a personas, está favoreciendo la libertad de la mujer), igual que el antiabortista está feliz con la suya (cree justo lo contrario). Pero quien de los dos tenga (más) razón, ese será más feliz, según Platón y Sócrates, porque se estará ajustando a la naturaleza de las cosas, y todo le funcionará mejor. Por ejemplo, supongamos que sea el proabortista el que esté equivocado: su desestimación de la dignidad de un no-nacido implicará que tampoco pueda racionalmente valorar mucho más a un recien nacido, o a una persona en coma, etc. Seguramente su mundo moral será más pobre, menos cuidadoso con la dignidad. Seguramente él mismo se considerará menos valioso, pues hay muchos aspectos suyos en los que él es algo simplemente potencial y no actual, y si rechaza quye lo potencial tenga derechos, tiene, razonablemente, que negárselos a sí mismo en esos aspectos en que él no ha realizado aún ciertas presuntas potencialidades, etc.

    deberíamos encontrar una correspondencia o correlación entre el nivel de inteligencia y los grados de felicidad. Cuanto más inteligente, más feliz (o menos infeliz). ¿Realmente esto es así? Lo que siempre se ha dicho es más bien lo contrario

    Por supuesto que es así, y el discurso contrario es el de la moral vulgar. Para un socrático, la virtud es su propia recompensa. Es más, no es virtuoso para conseguir la felicidad (como haría el hedonista, o el interesado en general), sino que la felicidad se deduce de estar siendo digno. Ya sé que es muy difícil hacer creer que quien vive con una conciencia más íntegra, y no comete el error de confundir su esencia con sus tenencias, goza de una felicidad que no se puede imaginar el rico, pero es así, al menos desde una perspectiva platónica.

    Los "superdotados" no son sabios. Aquí es muy importante entender a Sócrates y Platón. Uno puede saber muchísimo de matemáticas y de arquitectura, pero si no sabe acerca de la ciencia del Bien, no sabe lo principal.

    Los filósofos han sido neuróticos, pero, salvo que fueran unos esclavos de sí mismos, preferian su vida de pensamiento a la vida de los demás. Incluos el atormentado Wittgenstein, que recomendaba no meterse en la filosofía a los que no padecína esa necesidad, dijo como últimas palabras: "decid que mi vida ha sido maravillosa".

    ResponderEliminar
  7. Raus,
    Donde pone: "¿No creerá que lo bueno es lo que le -ficia?" debería poner "¿No creerá que lo bueno es lo que le bene -ficia?

    ResponderEliminar
  8. Buenos dias!
    No sabía donde poner esto pero si viene mal aquí bórralo sin importancia.
    Me encanta tu blog, muestra un entendimiento enorme de aspectos que creemos evidentes y que nos han llevado a crear la enorme competencia en todos los ámbitos, a creer que la educación solo es útil, cuando debería ser la etapa más bonita de nuestra vida. A veces me entran ganas de llorar pensando en como tantas almas pueden bagar en sus pobres cuerpos creyendo que son plenas...
    Estoy de acuerdo en casi todo lo que has leído, no al 100%, es imposible con tanto contenido.
    Ojala el cambio ético se lleve a cabo en todo el mundo, y teorías así sean las que lo respalden...

    Por último, ¿le importaría decirme que estudios ha cursado? Leí algo de filología, pero, ¿no ha estudia historía de la filosofía?

    Muchísimas gracias por leer :D Un saludo!

    ResponderEliminar
  9. Haemin
    muchas gracias por tus palabras. Comparto a la vez tu tristeza por ver este mundo sufriendo quizás innecesariamente, y a su vez tu esperanza de un cambio ético.
    Es normal que no estemos de acuerdo en todo. Reconozco que a veces defiendo cosas chocantes, que seguramente estén equivocadas.

    Mi formación académica es la filología clásica. En filosofía soy un amateur. Eso sí, llevo dedicándole casi treinta años "en cuerpo y alma", como se suele decir, porque desde adolescente es mi principal ocupación. Ahora soy profesor de filosofía en un instituto de educación secundaria en España.

    Muchas gracias, otra vez, y gracias por visitar mi blog. Espero que te sientas en él como en tu casa y digas cuanto desees. Un abrazo

    ResponderEliminar
  10. La verdad, quería preguntarte algo sobre dicho cambio moral.
    Para mi es imprescindible un movimiento que se extienda por el mundo, prque la crisis a la que llaman económica, solo es una consecuencia de la verdadera crisis ética. Sin duda nunca la resolveremos hasta que nos demos cuenta de ello, pero si imaginamos que todos somos conscientes de tal adversidad, ¿crees que todos estaríamos dispuestos a repartir el poder entre todos?
    Es decir, dicho en palabras muy generales, ¿crees que todos sin excepción aceptaríamos nuestra dependencia al bien común?
    Para mi ese es el problema principal, ya que el egoísmo y el circulo vicioso que produce la economía de nuestras vidas acabará por mecanizar a los seres humanos, y nos quitarála poca libertad que nos queda.
    ¿Cómo crees que se daría ese movimiento en el mundo? Los ¨ricos¨ de la actualidad seguramente se opondrían a este movimiento, no estarían dispuestos a rebajarse, y de hecho no lo están haciendo, ¿crees que antes que el petróleo, será la libertad la que mueva a todas las personas hacia la próxima guerra?

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Haemin,
      estoy totalmente de acuerdo: la crisis es antes que nada (no puede ser de otra manera) una crisis ética o moral. La pregunta que haces nos llevará toda la vida, pero, simplificando un poco, te diré lo que opino:

      ¿Cuándo las personas (por ejemplo y sobre todo, los "ricos") se avendrán a vivir en una sociedad más igualitaria y libre? Cuando comprendan que eso es lo mejor. Porque el problema no es que sean "egoístas" (es decir, que quieran lo mejor para sí mismos) sino que crean que lo mejor para sí mismos es algo como la riqueza material, que exvcluye, por su propia naturaleza, ser bien común. Lo que padece nuestra sociedad es una profunda ignorancia de aquello que Sócrates decía que debía ocuparnos la vida. saber qué somos. Nos confundimos con máquinas depredadoras de bienes materiales, y no nos vemos como seres racionales. Porque si viésemos que nuestra esencia es la razón, no admitiríamos la desigualdad, ya que choca contra la más elemental de las razones, que dos seres iguales tengan cosas diferentes. Si viésemos en la racionalidad nuestra verdadera naturaleza, no soportaríamos la injusticia (por la que mueren de hambre y violencia otros seres humanos para nuestro interés), y comprenderíamos que las cosas verdaderamente valiosas, como la verdad, la amistad, el amor, la propia justicia... no se pueden comprar, y comprenderíamos que nos sobran muchísimas cosas materiales que llamamos "necesidades". ¿Cuántos "ricos" (incluidos nosotros, yo al menos) no disfrutan de las verdaderas cosas, como sus amigos, sus hijos, etc., y creen que los pueden comprar con dinero? Pero el pago por ese error es la infelicidad. Somos infelices por eso.
      ¿Entonces, por dónde pasa la solución, según mi opinión? Por la verdadera educación, es decir, la trasmisión moral, de argumentos, por los que todos comprendan que nuestro verdadero interés es ser personas, buenas personas, y no propietarios del mayor cúmulo de cosas. Esta educación podemos y tenemos que hacerla todos, con nosotros y con nuestros cercanos, mediante el diálogo. No hay acción política más urgente y eficaz, a mi juicio.
      Y no se trata, pues, de convencer a los "ricos" (a nosotros) de que tenemos que sacrificarnos por el bien común, sino de que nuestro verdadero y sanamente "egoísta" interés (lo que nos hará felices de verdad) es la justicia, y es lo mismo que lo común, porque la razón y el lenguaje son, como decía Heráclito, lo común, aunque solemos vivir como si cada uno tuviese su mundo propio, soñando.
      Un cordial saludo, y muchas gracias por participar aquí en el diálogo: hazlo cuanto quieras.

      Eliminar
  11. Gracias a ti por responder :D
    Pero si me permites voy a hacer una pregunta algo más allá.
    Es perfecta, y sino, casi, tu solución. La educación debería ser la época más bonita de nuestra vida. Veo que eres un acérrimo defensor de los griegos y otros autores antiguos, pero no se si apoyas la dialéctica platónica, quiero llegar a que la educación en sí ya sería algo más difícil de organizar porque deberíamos ponernos todos de acuerdo y tal... pero sin duda la educación es importantísima.
    Si partimos de ese... ¨axioma¨ por llamarlo de alguna manera, deberíamos ser capaces de modificar la educación, y para eso deberíamos ser nosotros quienes tuvieramos el poder.
    Este se rebaja al dinero... sin duda el materialismo es un concepto que recoge ya todos los problemas, éticos y de cualquier ámbito, de la actualidad.
    A parte de cambiar la educación a gusto de los verdaderos sabios(los filósofos), deberíamos cambiar la forma de poder. El dinero y las riquezas, más general sería decir, lo material y perecedero, nos ha hecho pensar( aunque usted y yo desde luego hemos salido de ese atolladero) que la felicidad se alcanza antes, teniendo más...
    A ver, perdón por irme por las ramas, pero quiero llegar a que debemos cambiar la educación y el sistema de poder por el que nos organizamos. Para cambiar ambas, debemos tener el poder nosotros, pero el poder en la forma actual, de que lo tuviesemos podríamos cambiarlo y repartirlo(igualdad) y además cambiar la educación.
    En conclusión saco que debería darse una revolución del pueblo, puede sonar comunista pero no quiero hacer referencia a ningún movimiento que se haya dado, ya que solo el pueblo, quien sufre, puede cambiarlo todo a mejor, disponiendo de la visión desde abajo. Los ricos, y ahora me refiero a los poderosos de verdad, no pueden hacer esa reforma tan amplia, porque no conocen la verdadera situación primero, y segundo porque su egoísmo ha colado tan ondo que ya es imposible volverles hacia lo verdaderamente bondadoso y apartarlo de lo material, por lo que se aferrará al poder tanto como pueda y exprimirá a las demás personas con tal de conseguir el poder(y todo eso creyendo que la felicidad se consigue así, no se creerá nuestras premisas porque para el no tienen validez).

    Con todo esto, te pregunto, ¿debe darse una revolución para que todo cambie, o se podría conseguir sin ella, a lo largo de mucho tiempo?
    ¿Esos ricos poderosos se merecen vivir?...
    Esta pregunta la formulo al ver que no quieren, ni querrán el bien común, no pueden ni podrán darse cuenta que el bien común les hará mejor que su condición actual, entonces... ¿no son un freno para todos?

    Me da pena preguntarte tal barbaridad, pero siempre me ha gustado asegurarme de cosas que parecen tan claras y que cuando nos las preguntamos, nos hace dudar.

    Un saludo y muchiiiisimas gracias!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Haemin,
      tus preguntas son muy pertinentes, y difíciles. A riesgo de parecer dogmático en mis respuestas, dado el carácter de este espacio, te contesto sintéticamente con mi parecer:

      No es ni deseable ni esperable que la "revolución" educativa venga de "arriba", si con 'arriba' nos referimos al poder económico-político, sobre todo en sociedades plutocráticas como la nuestra. Pero la revolución educativa sucede desde dentro de lo mejor del pueblo (no de todo el pueblo, porque, lamentablemente, la mayoría consume apática y acríticamente lo que le suministran los poderosos, que tiene un nivel intelectual y moral casi ínfimo), y la revolución, que es necesaria, sucede pese a los de "arriba", y no necesariamente de forma cruenta (aunque la violencia está justificada a veces, y el poder no puede presentarse como legítimo porque cuente con la fuerza de la policía y el ejército).

      Los "ricos" (los plutócratas, que guardan dinero en "paraísos" fiscales) no sobran como personas, sobra su ignorancia. Deben ser educados, no eliminados: son personas que no se conocen a sí mismos, faltos de la más fundamental educación.

      Un cordial saludo y enhorabuena por tu inquietud. Aquí tienes siempre un lugar donde ofrecer tus dudas y tus respuestas.

      Eliminar
  12. esta super impresionante al saber y el conocer la raiz filosofica que al entender mejora el pensamiento en el mundo actual en la forma sabedora de la vida y el cambio perturbadora kisiera saber los fundamentos da la raiz del pensamiento filosofico solo encuentro lo mas fundamental y poderosa de la edifucacion y cambiante de la vida es la biblia es unica forma que transforma el alma ,el corazon y la mente

    ResponderEliminar
  13. Hola, alguien me podrá ayudar. Aristóteles justificaria al que roba por necesidad?

    ResponderEliminar
  14. Hola, alguien me podrá ayudar. Aristóteles justificaria al que roba por necesidad?

    ResponderEliminar
  15. Estimado señor Negrete, me voy a permitir citarle en mi blog, (Acero bolchevique) en una entrada que estoy escribiendo, precisamente sobre la libertad. Un saludo

    ResponderEliminar
  16. por favor quien escribió este artículo Gracias

    ResponderEliminar